A la tarde regresé a la casa y arrancamos para el atardecer en uno de los templos que está medio en una colina. Al llegar decidimos tomar (luego de otro duro golpe a la cartera) una de las atracciones locales: suba al templo en elefante! Divertido, algo más para marcar en el checklist. El atardecer estuvo medio nulo, demasiado nublado y con otros 200 turistas todos en el tope del mismo templo viendo el mismo medio nulo atardecer.
Para la mañana siguiente ya Jorge iba de salida, así que arranqué solito en el tuk-tuk a las 515am, esta vez un poquito más temprano a ver si agarraba el amanecer completico. Efectivamente logre estar montado en la torre principal (no muy conocida por los turistas el primer día y por tanto solitaria) mientras el sol salía al fondo. Realmente bien bonita la experiencia. Subir y bajar las empinadísimas escaleras con las cholitas brasileras que cargaba se me hacía peligroso, así que opté en par de ellas por quitármelas, y la cosa resultó tan sabrosa que de ahí pa´lante me pasee descalzo todos los templos.
De ahí nos fuimos a un templo bien lejano, como a 40 minutos, pasando por una larga carretera bordeada de casas y campos de arroz. Aquí las casas son elevadas en pilotes para evitar inundaciones en tiempo de lluvia y para aprovechar el espacio de abajo, que usan de depósito, estacionamiento y de sala de estar durante todo el día en múltiples chinchorros que guindan ahí. Al regreso un par de templos más y regresamos al hotel para el receso de medio día. Aprovechando, me fui al mercado central (distinto del de ayer, un pelo más turístico aunque ni tanto) y me puse a buscar seda, básicamente porque es bonita ni tan cara (aunque tampoco regalada) y no ocupa espacio = excelente regalo. Hay unas 4 tiendas que colaboran con planes de atención a inválidos por minas antipersonales, esas tienen precios más caros pero mejores productos y algo de seguridad, y están los puestos de mercado con cualquier cosa a cualquier precio.
Por cierto que lo del precios ya empieza a ponerse fastidioso en este viaje. Para absolutamente todo hay que regatear, y burda, los precios iniciales son abusivamente altos (10 o 15 veces más que los precios finales) y lo fastidioso es que no es solo en las tiendas del mercado, es en los restaurantes pequeños y grandes, en los autobuses, los precios de las habitaciones, las motos. Apenas te ven la cara de turista lanzan un número a ver si caes. Y es un fastidio, porque terminas perdiendo un montón de tiempo en lograr saber cuál es el precio real, y aun cuando lo sabes tienes que perder tiempo negociando que te dejen las cosas a ese precio, porque si ellos dicen unas arbitrariedad y tu el precio real, entonces se supone que el acuerdo es a un precio intermedio, no al real! Y sobre todo en las zonas turísticas es un fastidio que por todo te quieren sacar plata. A Jorge se le acercaron unos niños inocentemente pidiendo por favor que les tomaran una foto, y luego querían que les pagaran por eso.
En el mercado tuve un interesante descubrimiento culinario: una señora con 4 cestas llenas de insectos fritos al ajillo. Una de grillos, otra de escarabajos negros, otra de arañas (pero tremendas arañas, 5 centímetros de cuerpo, más las patas) y una de algo como unas larvas grandes. No pudiendo aguantar la tentación me compré un combinado de bichos y medio kilo de Mangosteen para pasar el sabor en caso de emergencia. Puedo decir que el grillo y el escarabajo estaban bien, crujientes y sabor a ajo, hasta podría comerlos por gusto, la larva estaba un poco jugosa para mi gusto (esa necesitó tratamiento de mangosteen inmediato) y la araña como fibrosa. Además la araña estaba demasiado grande para mi curiosidad, me comí sólo las patas y parte del abdomen.
A la salida del mercado tuve mi segundo ataque de sibaritismo en el viaje. Hay una tienda muy reconocida llamada Artesanos de Angkor. Entrenan a jóvenes y a inválidos y producen cosas bien bonitas en seda, tejidos vegetales y cerámica. Y revisando por ahí apareció una camisa… seda cruda caqui medio dorada, cuello mao… un montón de dólares, pero saqué la misma cuenta que con la langosta y bueno, tengo una bella camisa de seda Cambodiana.
Par de compras más y de vuelta al hotel para los templos de la tarde. Esos estuvieron particularmente bonitos, grandes, otro tipo de piedra, uno con unos elefantes de piedra en las esquinas, y todo aderezado con una luz dorada-atardecer que le quedó de lujo.
Mi balance de Siem Reap. Obviamente el sitio es arrechísimo, impelable si se está por aquí, pero tiene un par de problemas. Básicamente lo único que se hace aquí (fuera de comprar seda) es ver los templos, y como el público es europeo todo es demasiado caro, por cada tontería te sacan un dólar, la entrada diaria a los templos son 20$, el tuk tuk diario 10 a 20$ y así. Total que terminas gastando un realero para ir al sitio y estar ahí es caro y como no tienes más nada que hacer te pasas el día metido de templo en templo, y eso obviamente los termina medio banalizando (otro templo…). Quizás venirse por más días, con más plata, un par de bicicletas, y unos cuantos juegos de mesa, o quedarse en un hotel de los caros con piscina y demás para pasar las tardes, no sé.
Y por lo que va de día, salí temprano de SiemReap a Bangkok en el vuelo más caro de este viaje (una aerolínea monopoliza la ruta y se aprovecha de ello) y estoy ahorita en un larguísimo bus “express” que atraviesa todo el tráfico de la ciudad, camino a mi hostel. El plan por ahora es ver Bangkok, amanecer el lunes en Chian Mai y quedarme por el norte. El 11 en la noche debo dormir en Singapur, así que quizás el 10 en la noche trate de dormir en Bangkok, o me venga esa noche por bus nocturno.
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