De ahí me fui a comer y a caminar por “parque del este”, un parquesote en mitad de la ciudad tal cual nuestro PDE, con gente haciendo aerobics y corriendo. La única diferencia es que había un gentío practicando un deporte local que es tipo fuchi, todos en círculo pateando o cabeceando una pelota, sólo que en este caso es de mimbre y como de 20cm de diámetro.
De ahí seguí camino al estadio Lumphini, uno de los dos en la ciudad en los que se hacen peleas de Muai Thai. De llegada me golpeó el precio de las entradas. El cartel para farang (extranjeros) marcaba casi el doble de lo que yo esperaba (según la guía). Lo peor es que ni siquiera los números se entienden en indonesio, así que ni pa’ saber cuanto pagan ellos. Al final decidí que no sabía cuando volvía, me compré mi entrada de 3ra clase (casi todos los turistas compran las de primera) y me metí en mi estadio. En el centro un ring normal de boxeo, alrededor 3 aros de gente (las clases) hasta unos 35 metros de la pelea, todo el mundo gritando y armando y desarmando apuestas (excepto los turistas de la 1ra clase). La cosa no se veía muy lejos de un boxeo estándar excepto por: iban descalzos; los puños y patadas no le interesaban a nadie si no se daban con el codo o la rodilla; a cada codazo/rodillazo el publico gritaba a coro “hai” o “hu” dependiendo del atacante (rojo o azul); al comienzo de cada pelea había toda una cosa medio ritual, besaban las cuatros esquinas, se arrodillaban, el entrenador les echaba una agüita. Yo empecé a ver mi cosa y en cada pelea decía que era la última, pero cada pelea se ponía mejor que la anterior. A eso de las 9 salieron 2 actores tal como uno se imagina un Muay Thai, con las manos vendadas sin guantes y haciendo patadas todas acrobáticas. Al parecer es parte del asunto, porque todo el público local estaba encantado. Cuando salieron los siguientes peleadores serios el público aplaudió emocionado a uno de ellos, buena señal, y la pelea estuvo en efecto buenísima, hasta sangre se sacaron lo luchadores. Luego de esa la cosa seguía, pero como vi que el público local empezaba a irse decidí tomar consejo y huir con ellos.
Siguiente estación: el vecino night bazaar, un mercado de todo que abre de 5 a 12pm. Tailandia va a tener un problema para mí, buena parte del turismo son sus mercados, en los que venden esas ropas y telas que me encantan, y no aceptan tarjeta, y sin cadivi… me sale contenerme… un poco. Por cierto que lo otro que me tiene a punto del despilfarro es la seda, definitivamente soy una niña con eso, pero es que cosa de seda que veo, cosa que me quiero comprar, me encanta!
El hostel en el que estoy tiene full información pegada a las paredes, y entre esa info está el itinerario que seguí hoy. Arranqué con un viaje en bote expreso, tal cual unas busetas que recorren los canales de Bangkok. Van rapidísimo, y manejan tal cual un busetero caraqueño, frenazos, acelerones, mentadas de madre.
Con eso llegué a la zona de visita y me paseé por el museo nacional (muchos budas y los carros fúnebres de los reyes, gigantes, al mejor estilo de los carruajes que salen en la película 300). Luego estaba el Palacio y el templo principal, una arquitectura bien barroca, un buda de jade que había estado cubierto en arcilla por un ratote hasta que lo redescubrieron, mucha adoración. Las paredes están cubiertas por un montón de murales contando la historia de Budha y los estaban restaurando ahorita. De ahí a una plaza con más adoración y con un espacio para que la gente cante y actúe en pago de promesas, con lo que siempre hay performance gratuito ahí. Otro templo con el buda reclinado más grande, 46 metros de largo apretadísimos en un templo apenas más grande que él. A la salida me pasé, siguiendo los itinerarios, por la escuela de masaje tailandés tradicional (no del otro masaje tailandés que ofrecen en Venezuela). Es una escuela que se creó por decreto del rey en un momento en que se estaba perdiendo la tradición, porque resulta que lo del masaje es toda una tradición aquí, los tailandeses se la pasan en eso y hay masajistas de a dos por cuadra. Este como es EL sitio es un poco más caro, pero como aceptaban tarjeta la cosa se cancela. El masaje tailandés es seco, y es tipo acupuntura, apretando en sitios. Pero esos sitios siempre están en la mitad de los músculos y dan la sensación permanente de que te van a “sacar el ratón”. En realidad el proceso no es taaaan placentero, pero es innegable que al final uno queda blandito. Esa calle tiene un montón de ventas de amuletos, así que me la pasee de camino a agarrar un ferry que recorre el rio principal hacía la estación de metro, y de ahí a casa, en donde estoy ahorita tratando de armar los planes de los próximos días.
La comida de estos días ha estado bastante chatarra. Ayer me pasé por un 7-eleven y me compré algunas chucherías, oreo tiene aquí un wafer tipo cocosete pero infinito mejor que el que sacaron en Venezuela, y tienen unos palitos tamaño pirulín, huecos, cobertura de chocolate oreo y por dentro una capa de crema (y el centro vacio). Me he comido un par de sanduches y perro calientes de 7-eleven y en la calle he comido lo que se ve nuevo y suficientemente sano. Porque la cosa es que la comida de calle aquí es medio normal, pinchos de salchichas, pollo asado, huevos hervidos, y para las comidas fuertes tiene un montón de ollas con guisos de vegetales, cochino, pescado y pollo pero nada especiales, y para que me dé una diarrea sólo si la cosa se ve buena. Lo que si he comido son frutas, me encanta que hay gente vendiendo cuartos de patilla (aquí son bien pequeñas, y burda de dulces), o bandejitas de toronja pelada y desgajada. Hasta en la pelea de Muay Thai veías la gente comiendo toronja en lugar de pepitos. Fuera de eso, sólo un par de dulces. Una señora vendía una cosa que parecían minicachapas, aunque al final creo que son de amarilla de huevo con azúcar, rellenas de cosas dulces. Y otra tenía camburitos bañados en azúcar y coco y ajonjolí y fritos, lo que les daba un sabroso sabor a tajada pero con todos los tonos de los agregados. En un puestico callejero de buen aspecto me decidí a probar un combinado de esas ollas, y no me pareció gran cosa. Arroz, camarones fritos, pollo asado y un sofrito de vegetales, nada impresionante.
Reporte de último minuto: mientras escribo esto los empleados del hostel me acaban de ofrecer grillos fritos, bastante más grandes que los de cambodia, pero sabrositos, tostados y salados… igual no me compraría mi propia bolsita. Se los comen cual maní por aquí.
Y ahora sacaron algo mas! tiene un bowl con lechugas, cilantro y salvia, y en un plato tienen frijoles germinados y pescado a la parrilla, y picante en otro pote. Cortas un pedacito de lechuga y te armas como un mini springroll con eso, aderezado con el picante. Bien sabroso y tipo para picar en grupo esta divertido...