martes, julio 24, 2007

Ya el 22 por la mañana salíamos hacia Ubud, cuadramos con Nyuman el transporte directo (relativamente costoso, pero bastante económico en realidad, como todo en Bali hasta ahora), y a las 8 y pico estábamos en camino. De esta ruta no puedo comentar mucho, porque realmente me dormí en los primero cinco minutos y no volví a despertarme en todo el camino, pero fueron como 2 horas y por lo que se, campos de arroz y par de templos induistas. Algo fino en las carreteras, ahora que me acuerdo, es que hace par de semanas fue
una celebración induistas, y todas las casas tienen en la acera unas especies de banderolas de bambuuu altísimas. A ver, son como una vara de bambú con tejidos medio decorativos, de unos 6 metros de largo, doblada hacia abajo al final (digamos una jota invertida) y con un monton de cosas de palma guindadas al final, estrellas tejidas en palma, adornos, como un movil. El asunto es que en algunos tramos especialmente poblados y cuando pega viento, ves todos estos pendones moviendose y es realmente bien bonito.


Una vez en Ubud y siguiendo la guía, nos acercamos a un sitio, preguntamos y conseguimos nuestra habitación chévere. Aquí hay bastante competencia, así que los precios son baratos. Metimos los peroles, nos despedimos de Niuman y salimos a ver el sitio. Como les decía, el shock fue fuerte, todoe l mundo acosándote para ofrecerte transporte, habitación, alquiler de carros, motos, bicis, entradas a eventos, vendiéndote cosas a sobreprecio por la cara de turista, en realidad nos pegó la diferencia. Pero como jovenes adaptables que somos, salimos a enfrentarlo.


Almuerzo tipo normal, algo de información y mapas, y nos lanzamos al mercado. El fraude con los precios es brutal, el primer precio puede ser fácil 5 veces mayor al final, y eso a nosotros con nuestra cara de marroquíes y con los morrales a la espalda, no me quiero imaginar a un catirito ojos azules. Total que rompiendo con mi premisa de no comprar nada hasta estar seguro de los precios, me compre par de telas y unos shores que me gustaron, todo baratíiiisimo... aunque por supuesto 3 veces más caro de lo que luego supe que en realidad costaba. Con los precios que (finalmente) hemos conseguido, realmente provoca comprárselo todo, unas telas, camisas, pantalones, todo bellísimo, super colorido, tremendos diseños, y por 2, 3 o 5 dólares. Pero nada, tengo un morral de 45 litros y 3 semanas por delante, así que me sale controlarme... un poco. De ahí nos recorrimos la Monkey Road viendo tiendas y locales hacia el sur, hasta llegar al parque reserva de monos. Al parecer hay varios de esos por aquí, mañana espero saber mas al respecto si nos anotamos en un tour que pasa por ahí, pero basicamente son parques de piedra y matas, con templos induisas adentro, todo hecho en piedra, ladrillo y con muuuucho moho, y lleno de monos! por todos lados, te roban lo que tengas a la mano, te revisan los bolsillos, te venden cambures para que se los de y te tomes fotos, pero son realmente un montón. Este parque que fuimos es finísimo, un montón de estatúas de piedra de monstruos, unas escenas bien particulares de esos bichos comiéndose bebés, animales raros, todo en esa piedra oscura y muchas veces cubierto de moho.


A la salida nos atacó el hambre, así que volvimos a pasar a comer. Después de par de rolls fritos con salsa de maní (son buenísimos por aquí), para cappe unos camarones al coco. A mi me entró una baja de carbohidratos y western food (como la llaman por aquí) y terminé pidiendo una pizza :).


Par de vueltas, buscar el laundry, ordenar un poco y nos lanzamos, ya a eso de las 7 y pico a tratar de llegar a uno de los muchos espectáculos de danza tradicional que hacen parte del turismo Ubudense. En el camino nos medio perdimos (nos perdieron en realidad) y llegamos tarde a la danza, tarde y sin entrada. Nos dicen que vengamos el mércoles, yo pongo mi mejor cara de llanto y le digo que el miércoles no estamos, me preparo para una larga sesión de convencimiento y antes de dejarme arrancar el señor nos manda a pasar, así, de gratis! así que buenísimo, tuvimos nuestra media sesión de danza de trance balines, tipo la que sale en Baraka con toda la gente moviendo las manos y haciendo ruiditos (aunque creo que eso es javanes en realidad). Hacia el final hicieron una hoguera de conchas de coco y un viejito se puso a bailar y a pisar y a pasar entre las brazas de las conchas de coco tranquilazo, impresionante en realidad.
De regreso al hotel escuchamos un concierto de gamelan (una especie de orquesta de percusión de bronce, tonal, tipo vibráfonos), que acompañaba a otra de las danzas. Nos acerfcamos a curiosear al edificio y a la entrada nos dejaron pasar a medio acto por un quinto del precio. De nuevo, excelente, quizas un poco disneysoso, pero buenísimo, la música de gamelan con tambores, y en el centro una o dos muchachas (y un par de muchachos muy afeminados) con ropajes tipo indú, brillantes, y muy maquillados, bailando en movimientos bruscos y cambiando las expresiones aprovechándose del maquillaje. Muy bien invertidas esas 20mil rupias.

Para cerrar la noche queríamos pasarnos por algún cafe, bar o taguara, pero como bien advierte la guía Ubud no es un sitio nada rumbero, y efectivamente salimos a una calle vacia con solo un par de locales abiertos, ambos casi vacios. Así que luego de un rapido reporte por internet estamos de vuelta en el hotel, ordenando cuentas, escribiendo bitácora, ordenando un poco las sopotosientas fotos que se puede tomar en un sitio así, con dos Rebel XTi + una cybershot.

Para mañana, si el tiempo y las energías lo permiten, tenemos un apretado programa que incluye vistas a par de templos cercanos, ruta corta en bicicleta por los arrozales, tour por otros templos, por una fabrica de batik y con terminó de atardecer en un templo a la orilla del mar, y, si la ciudad quiere, una salidita por los cafés locales (dándoles el beneficio de la duda de que los locales no suelen estar buenos los domingos por la noche).

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